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Casa de Pernocta “Petra Herrera” de Ecatepec alberga los sueños de migrantes

La Casa de Pernocta “Petra Herrera”, del Instituto Municipal de las Mujeres e Igualdad de Género (Immig) de Ecatepec, es un refugio para mujeres víctimas de violencia y sus hijos, pero en las últimas semanas ha albergado a migrantes a petición de autoridades federales, toda vez que cuenta con todo lo necesario para ello, a los que brinda además alimentación y atención médica.

José Antonio Hernández Nolasco empacó su ropa y la esperanza de llegar a la frontera norte de México para acceder al “sueño americano”; empuñó las 10 mil lempiras, equivalentes a ocho mil 385 pesos mexicanos, que le dejó la venta de sus pocas pertenencias que ocupaban el lugar que arrendaba para vivir con su familia y salió de su país, Honduras, con el objetivo de llegar al “otro lado” y dejar atrás las carencias y la violencia de Centroamérica.

Tony salió de Honduras en busca de una vida mejor, acompañado de su actual esposa, quien tiene siete meses de gestación; su hijastro de cuatro años y su hijo de 30 años, del que desconoce su paradero desde que personal de Instituto Nacional de Migración (INM) los retuvo sobre la autopista México-Querétaro, a la altura del municipio de Tepotzotlán, mientras viajaban en un autobús con destino a la ciudad de Reynosa, Tamaulipas.

Con la particularidad del acento catracho, comparte: “El hecho de que nosotros andamos en este lugar es que en nuestro país estamos viviendo unas cosas feas. Hay mucha violencia, no hay trabajo para los de nuestra edad (…) y uno de mis hijos salió a probar suerte al ‘sueño americano’, como le dicen, y lo agarraron la vez pasada y él intentó en esta vez, entonces me dijo a mí y le dije ‘hijo, si quieres yo voy porque con esta situación que estamos ya está más duro, porque máximamente que la señora con (la) que estoy va a tener un bebé”.

José Antonio o Tony es uno de los 72 migrantes que el gobierno de Ecatepec albergó recientemente en la Casa de Pernocta “Petra Herrera, del Instituto Municipal de la Mujer e Igualdad de Género (IMMIG) de este municipio, donde los centroamericanos fueron llevados tras ser rescatados por autoridades mexicanas.

Aunque reconoce que la atención, alimentos y cuidados médicos que recibieron él y su familia por parte de autoridades de Ecatepec son buenos, busca continuar su camino.

Con la mirada fija en uno de los muros del albergue de asistencia para mujeres, Tony reconoce que es ilegal y explica:

“Nos tiramos a aventurar. Lastimosamente por primera vez yo me tiro a esto, a andar como quien dice entrando en fronteras ajenas a nuestro país. Y como somos indocumentados en este momento, pues la realidad que estamos buscando es que los países por donde hemos pasado tengan algo de humanidad, que nos ayuden, pues sólo ocupamos su territorio para pasar y que nos den la oportunidad”, expresa.

A sus 57 años, Tony relata que el trabajo en Honduras es cada vez más precario y dado el compromiso con su esposa, 28 años menor que él, confía que en Estados Unidos haya más oportunidades para su familia y sus connacionales.

“Póngase a pensar que en nuestro país, yo tengo 57 años, allá es difícil que una empresa le dé trabajo, porque tienen el temor de que ya uno se va a jubilar a temprana hora, entonces ya no es necesario. Allá uno puede conseguir trabajo de albañilería, pero ya ni eso, no hay por la situación de la pandemia que cayó, tuvimos cerrado el país por casi un año”, relata.

SUEÑO AMERICANO

“El pensamiento de todos los que estamos aquí es que nos dejen pasar por su territorio sin hacer ningún daño. Somos gente trabajadora, no venimos a hacer daño. Yo nunca he estado preso, es la primera vez aquí, me siento como que estoy preso porque no me siento con libertad porque estoy dentro de un muro pero de ahí todo está bien. El único pecado que vamos haciendo es estar usando el territorio de ustedes, de ahí no hay ninguna maldad”, confiesa.

Con incertidumbre, Tony cree que finalmente tras su estancia en Ecatepec, él y su familia serán repatriados y regresados a Honduras, donde ya no tiene nada. Por ello, afirma que volverá a intentarlo, pues reconoce que en su país ya no tiene nada: Ni trabajo, ni pertenencias, tampoco esperanza de un mejor porvenir.

“Quisiera que la inmigración de México nos ayude. Que nos dé un permiso para salir de su país y continuar el camino que tenemos pensado. No que nos tiren para nuestro país, que peor va a ser la situación y eso nos gustaría que nos dijeran ¿qué va a pasar?, aunque sé que el pensamiento de ellos es tirarnos para nuestro país”, reitera.

Al cuestionarlo si volverá intentar cruzar a Estados Unidos, sin titubear responde: “Es correcto, tendríamos que volver a intentarlo y ahora va a ser más duro porque uno se deshace de sus cositas, ya no las vamos a tener y entonces iríamos para una situación peor. Siempre, tal vez no sea la primera o la última que nos va a ver por acá, porque vamos a volver a intentar e intentar, siempre que Dios nos preste vida, vamos a continuar”.

Al término de la entrevista Tony saca de un bolsillo de su pantalón una cajetilla de cigarros, coloca uno entre sus labios y, sin dejar de mirar fijamente el mismo muro de la casona, exhala el humo y esboza una sonrisa que más que alegría revela una profunda preocupación.